Mucho se ha hablado en los últimos días respecto del atentado terrorista que afectó a Charlie Hebdo, en la capital francesa, que todos sin excepción condenamos y lamentamos. Sin embargo, el análisis de los medios, se ha centrado en como la acción terrorista, ha afectado la libertad de expresión y la libertad de prensa. En esto último estoy en desacuerdo, toda vez que nuestra legislación y la mayoría de los ordenamientos jurídicos del mundo occidental, contienen normas que nivelan ciertos derechos por considerarlos fundamentales. Así, si por una parte está regulado y protegido el derecho a la libertad de expresión, y el derecho a la libertad de prensa por otro, también existen en un nivel similar, el derecho de las personas a la honra, a la vida privada y el derecho a mantener su dignidad, todos derechos que de una u otra forma se mantiene como contrapeso a los primeros. Luego, de lo anterior podemos colegir que la libertad de expresión y la libertad de prensa, no son en ningún caso derechos ilimitados, por el contrario encuentran su restricción, en la afectación que ello puedan producir en otro derechos fundamentales de los miembros del grupo social. En este caso en particular, las ediciones de Charlie Hebdo, han ido paulatinamente vulnerando este principio, toda vez que ellos escudándose en la libertad de expresión y libertad de prensa, han abusado de estos derechos y se han cobijado en ellos, para afectar sostenidamente los derechos a la honra, vida privada e intima y a la dignidad de muchas personas que se han sentido agredidas por esa publicación y por otras muchas que existen a lo largo y ancho del orbe, del mismo estilo. Además, podemos agregar que las creencias religiosas en particular, de cualquier tipo de religión, las podemos radicar en la esfera privada y en muchos casos incluso en la vida intima de los lectores, encontrándose internalizadas en lo profundo de su ser y estos pueden o no estar dispuestos a compartir dichas creencias, por lo tanto, cuando existen publicaciones que no se enmarcan dentro de los parámetros de respeto que exige el todo social, vulneran frontalmente muchos otros derechos preexistentes. Asimismo, la dignidad está dada por el respeto que se tiene por los miembros de la sociedad, por el sólo hecho de ser persona, luego cualquier extralimitación en un derecho, estaría afectando y abusando de otro derecho. Luego, podemos concluir que la libertad de expresión y de prensa se extienden, solo hasta cuando no afecten otros derechos de igual o superior importancia, dentro del marco de consideración que exige la convivencia humana.
Hugo C. Alvarez Cárcamo
Abogado
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